CRONICA DE UNA MINI VUELTA POR LA NIEVE

El invierno se muestra en todo su esplendor, los paisajes esta pintados de blanco luz, pequeñas plumas de frío caen para recordarnos que estamos en el tiempo de las bajas temperaturas, un momento ideal para ver nevar desde la ventana, calentitos o en su defecto ir a fabricar muñecos de nieve. Para lo que no esta mañana, es para andar en bici, aunque nadie nunca ha dicho que los ciclistas estén  del todo cuerdos. Tengo que reconocer que es una sensación especial andar por la nieve, y atesoro muy buenos recuerdos  de paseos por terrenos donde toda huella del hombre había desaparecido,  trasformándose en un lienzo inmaculado,  presto a que pequeños habitantes con sus patitas o intrépidos ciclistas, con sus ruedas dibujasen formas  geométricas diversas de valor  fugaz.  Recuerdo también un valle en el que la nieve amortiguaba toda nota  y el sonido del silencio era realmente atronador, en fin.

 Siete ciclistas acuden,( no se muy bien con que intenciones ), de ellos dos incorrectamente uniformados.”P. El bueno”,”Turbo anchoas”,”Cañerías”,”Panadero veloz”,”El chico de los Goñis”,”Ventolines” y “El que suscribe”.

 El silencio de la mañana queda roto tras la aparición de “Cañerías”, que como si de una orquesta sinfónica se tratase  ha dotado a su vehiculo de instrumentos de ruido variado, incluso un claxon de coche, de tal manera que en lugar de unos amigos dando una paseo, parece  que viene la “vuelta a España”.

  Después de diversas deliberaciones entre, Si o No, decidimos salir para que nuestras ruedas se bauticen en nieve. Ascendemos por el puente viejo, donde la blanca nieve cubre suavemente las ancianas piedras, en la carretera ha desaparecido, producto de la acción de los quitanieves, un agua mas bien asquerosa lo cubre todo, nos deslizamos por ella buscando un camino lejos de la acción de esas maquinas, lo encontramos en un camino, que por detrás de Eunea nos conduce en dirección a Artazu. El suave crujir de la nieve bajo nuestras ruedas nos acompaña, mientras ascendemos hasta un punto donde la vista se abre y se presenta frente ha nosotros  desplegado el blanco armiño.

 Una vertical pendiente conduce el blanco camino a la oscura carretera. Antes de bajar ¡Cuidado¡ advierte “P. El bueno”  y bajo con precaución, deduzco que demasiada, por que a los pocos metros me adelantan “Panadero veloz” y como no “P.El bueno”.La carretera es una balsa continua, así que nadamos hasta Puente donde dejamos secándose nuestras bicis y nos vamos ha almorzar como Dios manda “De plato”.

 En el lugar de almuerzo nos esperan los otros dos ciclistas, (que si están correctamente vestidos para estos asuntos), colocamos las mesas y nos encontramos ante el grave dilema de la elección de las viandas, ya se que alguno pensara, vaya problema, pero claro pensad que después del esfuerzo (5 Km) la ingesta de alimentos debe ser proporcional, y es difícil combinar esto en un plato. Algunos optan por una composición estética que tenga de todo, otros por lo exótico y aunque se comenta creo que nadie se decide por las verduras. En la comida algunos coincidimos pero cosa curiosa los siete pedimos cafés diferentes, para que luego digan el juego que da un café.

 Terminado lo cual, nos despedimos yendo cada mochuelo a su olivo y algunos alargamos la mañana entre tragos de anticongelante para mitigar el profundo frío que dicen que hace.

                                  Atentamente El que suscribe